Aún recuerdo en tu cama
las tardes esas llorando
por la que el sueño me quitaba.
Y mientras, tú suplicando
que por fin la olvidara,
no merecía mi llanto.
Con tus brazos me arropabas
y lloraba en tu regazo...
Lloraste mientras me marchaba.
Te quedas con un pedazo
de mi corazón, mi alma,
un amigo de los de abrazo
navegando aguas bravas
y de risas en ríos mansos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario